Autor: Rosmalia Ann González
A pesar de su discapacidad, Martha Lorena Espinoza ha salido adelante.
-
Marvin Salgado, hermano
-
Siempre la traigo y me la llevo para la casa para que agarre su billetito, desde los siete años quedó imposibilitada de hacer muchas cosas, pero ella se las ingenia.
- Martha Lorena Espinoza comenta que la silla de ruedas que tiene ya no le sirve, y que en innumerables ocasiones su hermano ha tratado de repararla, pero ya no da para más.Es por ello que pide que alguien de buen corazón pueda regalarle una. Ella se ubica de la gasolinera Puma de Ciudad Jardín dos cuadras hacia abajo.
Esta señora de 36 años cuenta que a los siete años, mientras vendía agua helada en el viejo tren que atravesaba los rieles de la ciudad de El Sauce proveniente de León trató de cruzarse al otro vagón, pero cayó en los rieles y fue así como perdió sus dos piernas y brazos.
De inmediato fue trasladada por los curiosos sobre una bolsa plástica al hospital de León, donde estuvo hospitalizada cerca de dos años, mientras se recuperaba completamente.
“Mi mamá (Erdocia Espinoza) pensó que iba a morir, pero ella cogió fuerzas para ayudarme después a mí, porque sin ella no hubiera salido adelante. Cuando salí del hospital fue mi mamá la que me atendía en todo momento, y es hoy y lo sigue haciendo”, manifiesta esta señora.
Guerrera
Ella cuenta que después que salió del hospital tenía miedo de salir, pues los demás niños le hacían burla, pero decidió que no les iba a hacer caso. De hecho, hasta decidió que debía seguir estudiando, sin embargo, llegó hasta tercer año de secundaria.Tiempo después, cuando tenía once años, acudió a un hospital de Managua, pues le habían dicho que podían colocarle prótesis, así que fue a probar.
“Cuando me pusieron las prótesis me sentí rara, pasé días intentando caminar y comer con ellas, pero fue imposible, así que después de tanto probar me di por vencida”, detalla Espinoza.
Luego, a sus 26 años, decidió probar suerte en el Oriental, así que fue junto a su hermano Marvin Salgado a un local en Ciudad Jardín, pidió un campito y se coloca ahí con una cajita para pedir dinero.
Espinoza cuenta que con este dinero ayuda a su mamá con la comida, pues ella ya tiene 65 años y no puede trabajar.
“Yo tengo que recompensarla de alguna forma, así como ella lo ha hecho estos años desde que perdí los dos brazos y piernas, ella ha sido mi luz al final del túnel”, finaliza.
Tomado del Diario Nicaragüense HOY